En noviembre de 1975, miles de personas, mujeres incluidas, transportadas en trenes, autobuses y camiones desde muchos rincones de Marruecos, atravesaron la frontera del Sahara español en lo que se denominó la Marcha Verde. Hassán II logró su objetivo. Ocupar el territorio.Fig1
Operación Marabunta
El 16 de octubre de 1975, el rey Hassán II anunció la Marcha Verde (Al Masira), una invasión pacífica del Sahara español en base a una enorme masa de personal civil que sirviera de escudo humano sobre el que no pudieran disparar las tropas españolas. El Mando Unificado reaccionó con un plan -la operación Marabunta– que contemplaba el despliegue de tres agrupaciones (Lince, Gacela y Chacal), en posiciones defensivas que cerraban las principales direcciones de acceso al interior del desierto y una potente reserva, como fuerza de reacción.
El Frente Polisario, empeñado hasta entonces en luchar contra las fuerzas españolas, se enfrentó a un nuevo enemigo, y el 1 y 2 de noviembre se produjeron combates entre tropas marroquíes y del Polisario, con un importante número de bajas por ambas partes. Era la primera vez que combatían los que antes habían sido aliados, o al menos no se habían interferido en la lucha contra España. Fig2
El 3 de noviembre, el primer ministro marroquí, Ahmed Osman, llegó a Madrid para entrevistarse con el presidente del Gobierno, Arias Navarro, que había sustituido al almirante Carrero Blanco, tras ser asesinado por ETA. Además, Franco estaba inconsciente, agonizando. Se trataba de negociar con un gobierno débil, la cesión del Sahara ante la amenaza de una invasión de civiles desarmados. Ese día, concluyó el traslado a Tarfaya de los 350.000 participantes -incluidos mujeres y niños- de la Marcha Verde, muchos de ellos parados y subempleados procedentes de las grandes ciudades. Además, se habían concentrado 17.000 toneladas de víveres, 23.000 de agua y 2.600 de carburantes. Contaba también con 470 médicos marroquíes y auxiliares y 220 ambulancias. Todo ello con el apoyo policial de la Gendarmería y el logístico de las Fuerzas Armadas Reales (FAR), y con sus unidades presentes a retaguardia, por sí, llegado el caso, fuera necesario su intervención. Fig3
Para el general Gómez de Salazar, jefe del sector del Sahara, llegó el momento de poner en práctica, el día 4 de noviembre, la operación Marabunta y cerrar el paso de las columnas marroquíes en las tres direcciones más probables de penetración. No se descartaba la posibilidad de que, tras el escudo humano del personal civil, constituido por los peregrinos de la Marcha Verde, pudiesen intervenir columnas de ejército marroquí con el pretexto de defender a los caminantes.
Con las agrupaciones desplegadas y los legionarios preparados en sus posiciones defensivas, el 5 de noviembre Hassán II desde Agadir se dirigió por radio a los voluntarios de la Marcha Verde para anunciarles que al día siguiente franquearían la frontera del Sahara. Les ordenó que, si encontraban españoles, les abrazaran y siguieran su camino, aunque éstos les disparasen, y les garantizó que si quienes les hacían frente no eran españoles, en clara alusión al Polisario, las fuerzas armadas reales acudir en su socorro.
Las cinco líneas de contención de la Marcha Verde
Marruecos había logrado ejecutar con éxito la primera parte de la Marcha Verde en lo que se refiere a la marcha motorizada en trenes, camiones y autobuses, desde todos los rincones del país hasta Marraquech, primero, Agadir después, y Tarfaya, como destino final. A partir de este momento, si Marruecos decidía traspasar la frontera y continuar con la marcha, esta vez ya a pie, bien sólo con civiles, o incluso con columnas de las FAR a retaguardia de los escudos humanos, se iba a encontrar con cinco líneas de contención preparadas por el ejército español.
La primera estaba formada por una barrera de minas. Caso de atreverse a traspasarla, la segunda barrera lo sería de fuegos. La línea de vigilancia de los grupos de caballería de la Legión, con sus vehículos blindados provistos de potentes ametralladoras y cañones, constituía el tercer efecto disuasorio. Se trataba de una línea móvil, que inicialmente estaba incluso adelantada a los campos de minas y posteriormente se replegó. La cuarta línea la formaban las trincheras de las posiciones defensivas donde desplegaban las cuatro banderas de los tercios saharianos. Por último, más próximo a El Aaiún, se encontraba una potente reserva dispuesta como fuerza de reacción. Fig4
A unos 10 km de la frontera real se situó la denominada frontera militar. Para ello, los zapadores habían instalado 22.000 minas en varios campos, algunos activos y otros simulados, señalizados con alambradas (28 km de tendido) y letreros en español y en árabe, que de forma ostentosa alertaban de su peligro. De este modo, serían los propios peregrinos, fuertemente encuadrados por elementos de las FAR y de la gendarmería marroquí, los que, al alcanzar el borde anterior de la posición defensiva, debían afrontar por sí mismo los riesgos físicos de la explosión de las minas, caso de querer continuar el avance. Fig5
Por si ello fuera poco, además de esta primera barrera de minas y alambradas instalada sobre el propio terreno, el ejército español tenía previsto activar una segunda barrera, en esta ocasión de fuegos (artillería y morteros), en la que difícilmente se atreverían a introducirse los civiles que marchaban en vanguardia. Para vigilar y dar cobertura a los campos de minas desplegaban detrás los dos grupos ligeros saharianos (GLS) de la Legión con sus vehículos blindados provistos de unas armas -las autoametralladoras cañón- que destacaban a lo lejos y producían un efecto disuasorio. Fig6
Algo más atrás se encontraban las banderas de la Legión, que constituían el núcleo principal de las mencionadas agrupaciones. Así, de Oeste a Este, ocupaban sus posiciones la VIII Bandera, encuadrada en la Agrupación Lince, la IX y X con la Gacela y la VII con la Chacal. Más a retaguardia daba profundidad al dispositivo una potente reserva: dos banderas paracaidistas (la I y la III, que se había incorporado de nuevo desde Las Palmas con motivo de la Marcha Verde), un batallón de carros M-48 junto con la compañía Bakali de carros AMX-30 del 3er Tercio, un grupo autopropulsado de artillería, la unidad de helicópteros y destacamentos varios. Todo ello sin contar los efectivos de la Aviación y de la Flota, preparados para entrar en combate en el caso de que la Marcha Verde fuera sólo una artimaña para lanzar sobre El Aaiún a las FAR, tanto las que acompañaban a los peregrinos, como las concentradas en Tarfaya. Fig7
El conjunto de las fuerzas españolas que constituían el citado despliegue, entrenadas y preparadas para la lucha en terrenos desérticos, especialmente en lo que a los tercios saharianos se refiere, era impresionante. Hassán II, consciente de la superioridad manifiesta de los efectivos militares españoles, difícilmente hubiera optado por un enfrentamiento armado si el Gobierno de España se hubiese mantenido firme.
Inicio de la Marcha Verde en dos frentes
Reunida la masa de civiles en la región de Tarfaya, ésta se dividió en dos concentraciones que se trasladaron, también en vehículos, hasta la misma frontera con el Sahara español. La de mayor envergadura era la situada más al oeste, que avanzó en la dirección de la antigua Villa Bens (ahora Tarfaya) hacia el puesto fronterizo de Tah, vía principal de acceso a El Aaiún tras pasar por Daora. Durante toda la jornada del día 6 de noviembre una cadena de camiones pesados marroquíes trasladó ininterrumpidamente peregrinos de Tarfaya a Tah. En este puesto fronterizo cortaron las alambradas. La otra concentración, lo hizo más al este y partía desde Tan Tan a Abattih, con vistas a avanzar por el uad Agbaro, atravesar la frontera y alcanzar también la capital, pero dando un rodeo por Hagunía.
A las 10:00 un escuadrón del I grupo ligero sahariano emitió un comunicado en que los primeros peregrinos, con el Corán en la mano, acaban de llegar al abandonado puesto fronterizo de Tah, donde se detuvieron y arrodillaron de cara a la Meca para dar las gracias a Alá. Una hora más tarde ya eran 400 los vehículos situados frente a Tah y a las 11:30, la marcha, ya en territorio español, progresó en un frente de 800 por 2.000 metros de profundidad, vigilados por helicópteros y cazas españoles, hasta la altura de la Sebja Um Deboa.
Los peregrinos progresaron lentamente hacia el sur con un fuerte viento de cara. Las emisoras de Marruecos trasmitían en directo la progresión de los manifestantes; alternaban los reportajes con encendidas arengas, vibrantes marchas militares e invocaciones a Alá. Se constituyeron tres grandes campamentos, con un gentío superior a 100.000 personas y más de 1.500 vehículos a unos 4 km de las fuerzas españolas. Fig8
El mismo día 6 que en el Sahara avanzaba la Marcha Verde en territorio español, en Nueva York se reunió el Consejo de Seguridad y envió un mensaje urgente al rey de Marruecos en el que le pedía que detuvieran la invasión. El monarca respondió que el movimiento ya había comenzado, pero insistió en que tenía un carácter pacífico. Sin embargo, esa misma tarde, Marruecos convocó al embajador español Martín Gamero, para informarle oficialmente del inicio de la marcha, y que ésta continuaría hacia el sur sin detenerse, con posibilidad de enfrentamientos de los peregrinos con las fuerzas españolas. En el caso de que se produjeran, intervendrían las FAR marroquíes, y se podría llegar a una situación de beligerancia entre España y Marruecos.
Fin de la marcha a cambio de la trasferencia del Sahara
Al día siguiente, el 7 de noviembre, el otro frente oriental de la Marcha Verde -unas 100.000 personas – avanzó inicialmente en vehículos desde Tan Tan a Abattih y desde allí, alcanzó ya a pie una zona al norte de Hagunía, donde acampó. Este frente estaba controlado por la Agrupación Gacela. Por otro lado, continuó la llegada de peregrinos a los campamentos al norte de Daora, estimados en 200.000 personas y 2.500 vehículos. Fig9
Ese mismo día 7, tras estudiar las amenazas recibidas el día 6 del embajador de España en Rabat, se reunió el Consejo de Ministros. Se descartó una guerra con Marruecos y se decidió entablar negociaciones con Hassán II. Para ello, día 8 de noviembre el ministro de la Presidencia Antonio Carro, en compañía del embajador español en Rabat Adolfo Martín Gomero, se trasladó a Agadir para pactar con Hassán II la apertura de negociaciones para la transferencia del Sahara a cambio del retorno de la Marcha Verde.
El 9 de noviembre Hassán II anunció el fin de la Marcha Verde y, al amanecer del 10, se inició el regreso de los voluntarios civiles marroquíes hacia Tarfaya. Todo parecía indicar que el monarca alauita era consciente de que no tenía capacidad militar para realizar una invasión terrestre con las FAR, ni deseos de llegar a un enfrentamiento bélico con España, sino que se trataba simplemente de una baza política, un pulso al Gobierno español del que, por la debilidad de éste, salió vencedor. El monarca alauita había ganado la partida. Se había saltado a la torera el informe de la misión visitadora de la ONU, el dictamen del Tribunal Internacional de Justicia, el Plan Waldeim, todas resoluciones de la Asamblea General y las decisiones del Consejo de Seguridad y, aún más, los preceptos más críticos del derecho internacional, pero no importaba, habían ganado
El 12 de noviembre, como consecuencia del compromiso adquirido por el Gobierno español en Agadir, comenzaron en Madrid las conversaciones entre España, Marruecos y Mauritania. El 14 llegó a un acuerdo tripartito por el que España, entre otros compromisos, ratificaba su resolución de descolonizar el Sahara, instituir una administración temporal con participación de Marruecos (en la zona norte), Mauritania (en la sur) y la Yemaa saharaui. Mauritania renunció posteriormente a sus responsabilidades en 1979. Fig10
Como consecuencia de ello, se puso en marcha la denominada operación Golondrina, donde se regulaba la evacuación del Sahara de las unidades militares, personal civil y propiedades españolas. A partir de entonces los acontecimientos se sucedían con suma rapidez. El 20 murió Franco. El 26 la III Bandera paracaidista marchó a Las Palmas. El 28 se autodisolvió la Yemaa en desacuerdo con los pactos de Madrid. En diciembre la I Bandera se trasladó a Alcalá, con lo que se ponía fin a la larga presencia de los legionarios paracaidistas en territorio africano.
En lo que a la Legión se refiere, la primera unidad en abandonar el Sahara fue la VII Bandera, que el 3 de diciembre de 1975 embarcó en el pantalán de Fos Bu Craa (cabeza de playa de El Aaiún) en la motonave Isla de Formentera, rumbo a Puerto Rosario (Fuerteventura). Las últimas lo hicieron el 11 de enero de 1976, el GLS II en el Conde de Venadito hacia Fuerteventura; y el 12 la Cía. PLM y Destinos del Tercio 4 en el Plus Ultra. Fig11
El Polisario, que luchó contra la presencia española en el Sahara, propició, a la postre, la ocupación del territorio por fuerzas marroquíes y mauritanas, sus antiguos aliados a los que declaró la guerra el 27 de febrero de 1976, al mismo tiempo que proclamaba, en Bir Lehlu, la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). Para sustraerse a los ataques de la aviación marroquí, una mayoría de los habitantes de la nueva nación marcharon a los campos de refugiados de Tinduf (Argelia). A partir de ese momento, los marroquíes pasaron a ser sus peores adversarios, en un conflicto aún pendiente de solucionar.
En 1975 se impuso el criterio de unos jóvenes intelectuales saharauis, fundadores del Frente Polisario, deseosos de una pronta independencia y de la rápida expulsión de los españoles, contra los que lucharon con las armas. ¿Qué hubiera pasado si hubiera imperado el pensamiento de los jefes de tribu y saharauis de mayor edad, partidarios de una transición acordada y sin prisas, tras efectuar el referéndum anunciado por España? Posiblemente ahora el Sahara occidental sería un estado independiente, que ejercería como tal y viviría en paz, con una buena renta per cápita al explotar sus riquezas en fosfatos y su banco de pesca. En frente, en las islas Canarias, tendría a un país amigo, aliado y comprometido por sus lazos históricos. Fig12
Ello pudo ser así, y si no lo fue, cada una de las partes implicadas -ONU, Gobierno español, Polisario- en el proceso descolonizador, que asuma su porción de responsabilidad. En cualquier caso, la magnífica labor llevada a cabo por los españoles y sus fuerzas armadas durante sus muchos años de permanencia en el Sahara no debe quedar empañada por lo ocurrido en 1975.
Autor: Vicente Bataller, General de Brigada (retirado)
Presidente de la Federación de Asociaciones de Veteranos Boinas Verdes de España
Extraído del libro LA LEGIÓN EN IFNI SAHARA 1956-1976, V. Bataller,
Fundación Tercio de Extranjeros venta en tienda solidaria
Prohibida la copia y reproducción total o parcial de sin el permiso del autor.
Si te ha gustado déjanos tu Me gusta en las redes sociales.
Veteranos Paracaidistas de España
www.vetpac.es – email vetpac@vetpac.es
Ahora ya puedes comprar en VETPAC artículos y complementos de tu unidad, emblemas, parches, camisetas, libros, tecnología etc